Ilustración de Luis F. Sanz
“Los adolescentes que muestran su sexualidad en Internet suelen ser estigmatizados tanto por sus pares como por los académicos y los medios. Hijos de la imagen y de las nuevas tecnologías de la comunicación, no se trata de cuestionarlos desde el prejuicio o el miedo sino de entender que están construyendo una nueva sociabilidad ligada a la cultura digital y a los cambios en los usos y costumbres tecnológicos contemporáneos. Sin embargo, la red multiplica hasta un grado nunca antes conocido el narcisismo y el exhibicionismo de los adolescentes.
Un informe de United Press International consignó hace poco, no sin preocupación, de qué modo los adolescentes se sacan fotos o graban videos con sus celulares y cámaras digitales mientras tienen relaciones sexuales, y después los envían por bluetooth a otros teléfonos y los suben a You Tube, Facebook, Fotolog y My Space, con lo cual el “acto íntimo” pasa a ser supuestamente visto por millones de personas, conocidas y desconocidas. En la misma línea monacal se informa acerca de sanciones disciplinarias de los directivos de colegios privados hacia algunos de sus estudiantes “pescados in fraganti” cuando sus imágenes comenzaron a circular por la red. (…)
(Ver El debut sexual de los adolescentes está dejando de ser un acto íntimo, en diario Clarín)
“Ocurre sin embargo que los adolescentes que utilizan la lógica de las pantallas frías para hacerse ver están construyendo un nuevo código de conducta. Similar acaso, salvando las distancias, al boom de las minifaldas en los años sesenta, van a contrapelo de los criterios pudibundos de su época. Antes lúdicos que pornógrafos, munidos de una cultura tecnológica fuerte y nacidos bajo el hábito de ser fotografiados incluso desde que estaban en los úteros de sus madres (cuando las primeras ecografías hicieron furor a mediados de los años 90) estos chicos “viven” el hecho de aparecer en Internet con toda naturalidad. Indiferentes al prejuicio adulto, sea del orden que sea, su ilusión consiste en concitar la mayor cantidad de comentarios (“post”) de sus pares con el mismo placer que puede sentir un cazador o cazadora de autógrafos cuando llena su cuaderno con las firmas de sus artistas preferidos. (…)
Para quienes defienden el derecho a la expresión juvenil, estas alarmas forman parte de un relato que desconfía, a priori, de los proceso de transformación que vienen dándose en la cultura digital.
Vanguardistas al fin, su estilo se está multiplicando a una velocidad exponencial; en efecto, cualquier persona que “cuelga” una imagen o texto suyo en Internet desea que se llenen rápidamente de comentarios. Internet va convirtiéndose para cada vez más personas en el espacio de reconocimiento universal, uno donde ser vistos y comentados, así sea al paso. Sin edición, sumando todo lo que fotografiaron, la fugacidad o profundidad del comentario depende sin duda del grado de eficacia de la imagen que haya sido colgada; pero los más chicos no buscan originalidad, algo que consideran una matriz setentista, sino multiplicación: contra lo que podría suponerse si uno se guía por los parámetros tradicionales de propiedad intelectual, cuanto mayor número de personas vea o copie su imagen más cerca estarán de cumplir con su ideal privado, suerte de recompensa que satisface el narcisismo y la necesidad de mostrarse típica de la edad y que no los asusta en lo más mínimo. El adolescente internético busca construir su carisma rápido, y en tren de inmediatez lo sexual, sus cuerpos en actitudes sensuales, solos o acompañados, se convirtió en uno de los paradigmas que aseguran una mayor cantidad de visualizaciones a la mayor velocidad posible”.
Alejandro Margulis, periodista y editor del portal www.ayeshalibros.com.ar Disparos sobre los adolescentes que se desnudan en Internet - Una tendencia que es objeto de más diatribas que análisis. Publicado en Le Monde Diplomatique, Buenos Aires, agosto de 2009.
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