(Por Enrique Virdó)
Considerar que la irrupción de las TIC como un fenómeno que divide aún más al mundo, entre países ricos, modernos, tecnológicos, por un lado y a pobres, pre-modernos y tradicionales por el otro, ya no es una opción pertinente para comprender cómo la cultura digital circula, se despliega y es apropiada por las personas en el planeta. Históricamente se consideró a Europa (y posteriormente a EEUU) como el “lugar” geográfico desde donde se diseminaba la “modernidad”, entendida ésta como una filosofía basada en la ciencia, la tecnología, la racionalidad, la economía y la funcionalidad, en contraposición de América Latina, Asia y África donde la cultura premoderna se sostenía en viejas tradiciones, lo artesanal, lo irracional, lo religioso, los rituales arcaicos, la emocionalidad. En definitiva, dos culturas antagónicas, y una, la primera, sometiendo a la segunda a través de diversas formas de colonización.
Pero hoy esta noción de culturas puras, enfrentadas, se desdibuja. No podemos comprender las culturas contemporáneas sin concebirlas en el marco de la hibridación cultural: esto es, los modos en que prácticas tradicionales se recombinan con otras, generando algo nuevo y original. Lo híbrido es el resultado de encuentro de culturas, las dominantes y las más vulnerables, pero afecta indefectiblemente a ambas.
Es también la convivencia, no sin tensiones, de tradiciones primordiales y tecnología de última generación. Es la cultura popular diseminada por los medios de comunicación conviviendo con lo folklórico. Por ello, la denominada brecha digital ya no divide países: En EEUU, sólo el 30% de los hogares tiene conexión de Internet, y este porcentaje se concentra fundamentalmente en las grandes ciudades. Como ocurre con la hiperconectada Buenos Aires, o México DF, o Bogotá.
Pero hoy esta noción de culturas puras, enfrentadas, se desdibuja. No podemos comprender las culturas contemporáneas sin concebirlas en el marco de la hibridación cultural: esto es, los modos en que prácticas tradicionales se recombinan con otras, generando algo nuevo y original. Lo híbrido es el resultado de encuentro de culturas, las dominantes y las más vulnerables, pero afecta indefectiblemente a ambas.
Es también la convivencia, no sin tensiones, de tradiciones primordiales y tecnología de última generación. Es la cultura popular diseminada por los medios de comunicación conviviendo con lo folklórico. Por ello, la denominada brecha digital ya no divide países: En EEUU, sólo el 30% de los hogares tiene conexión de Internet, y este porcentaje se concentra fundamentalmente en las grandes ciudades. Como ocurre con la hiperconectada Buenos Aires, o México DF, o Bogotá.
Obviamente las zonas urbanas concentran riqueza económica, intereses comerciales y actividad financiera y un nutrido tendido de redes. Los interiores profundos de los países o sus zonas rurales están en desventaja en muchas ocasiones. La brecha digital se define por cuestiones locales y regionales.(e incluso los flujos de personas, imágenes, y discursos desestabilizan los límites de estas zonas), y fundamentalmente por contextos culturales, intereses colectivos, necesidades individuales, y por sobre todo por la relevancia personal que cada individuo, ya sea por su edad, profesión o estilo de vida le otorga a los dispositivos informáticos.
Nativos e inmigrantes digitales
Históricamente, los inmigrantes (los europeos que llegaron a nuestro país en los albores del siglo XX) debieron realizar el ingente esfuerzo por aprehender un idioma, una cultura, los sutiles modos de la comunicación criolla. De igual manera, hoy los “inmigrantes digitales” se apropian del lenguaje digital con dificultad, lentitud y desgano. El “nativo digital” se mueve en un contexto que lo precede o que él mismo construyó y reconstruye día a día, en la cotidiana praxis delante de su pantalla.
Pero también podemos enfocar esta metáfora desde otro punto de vista: El nativo vivía protegido en su cultura originaria, sedimentada, conocida. La inmigración es la irrupción de lo novedoso, el desembarco de prácticas desconocidas, de algo extraño, incluso temido. Entonces es el nativo el que debe adaptarse a la nueva cultura, como los aborígenes latinoamericanos adoptaron al cristianismo como religión y al caballo como forma de locomoción. Sus descendientes ya fueron híbridos, en ellos se sintetizaron las tradiciones ancestrales y los artefactos e ideas impuestas por el colonizador.
Este parece ser el panorama actual de la inserción de TIC en el mundo: desigual, no- lineal, irregular, Con resistencias férreas de algunos y excesivo optimismo de otros, en culturas donde la complejidad es la norma y el cambio permanente la única constante.
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Imagen: http://rosateresa.wordpress.com
(Publicado en "Internet para Educar" - Fascículo 1 - Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba / La Voz del Interior - 18 de septiembre de 2010. El autor es licenciado en Psicología y magíster en Planificación y Gestión Educativa)
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