Una escuela del Siglo XXI para todas y todos


(Por Silvina Chali) *

Las políticas públicas aprobadas por las autoridades educativas del país establecen la necesidad de fortalecer a las escuelas a fin de posibilitar la obligatoriedad de la educación secundaria.

Estas medidas implican un cambio de paradigma: de una escuela secundaria elitista, pensada para formar a las clases acomodadas que luego ingresarían a la universidad y seguirían sus carreras políticas hasta llegar a la presidencia del país, ocupar algún ministerio o alguna gobernación de provincia, a otro paradigma: una escuela secundaria para todas y todos, democrática y formadora de ciudadanos sin preguntarse a qué clase social pertenecen.

Convertir a la escuela secundaria en un lugar propicio para desarrollar aprendizajes significativos, un espacio con apertura a las diferencias, con capacidad de diálogo entre sus propios actores y con otros, demanda intervenciones políticas, estratégicas, regulatorias y organizativas que den sustento a un proyecto institucional acorde con el desafío de una escuela inclusiva, exigente y de calidad.

La revisión de las propuestas escolares institucionales en el marco de una propuesta educativa común para el nivel secundario, constituye una apuesta política que pone en el centro de la toma de decisiones los aprendizajes y las trayectorias de los estudiantes. Implica redefinir la noción de estudiante a partir de su inclusión en los procesos de aprendizaje. Rearticula, a partir de ello, los grandes componentes y variables que tradicionalmente funcionaron como organizadores del planeamiento: el currículum, la organización y los recursos, así como las variables tiempo y espacio. La tarea será incorporar cada uno de estos componentes como dimensiones presentes en la construcción de una propuesta escolar integrada (1).

Este proceso se enriquece a través del Programa Conectar Igualdad que trae a las escuelas mucho más que máquinas. Con él llegan sobre todo nuevas formas de relación entre docentes y estudiantes, que redundarán en nuevas formas de enseñar y aprender. Lo que se produce es un cambio que se explicita en las escuelas: cambia la relación de los jóvenes con el conocimiento, la posibilidad de buscar información, crear y recrear explicaciones, expresar y exponer producciones; cambia y se multiplica cuantitativa y cualitativamente (2).

También se abren las puertas del intercambio y el trabajo colaborativo entre docentes. La red permite pensar en grupos que trasciendan el aula, la escuela y el territorio. Es posible pensar acciones, plasmarlas y socializarlas en un espacio más amplio que el de la escuela y el grupo de colegas, resolviendo las dificultades que muchos tienen para reunirse, generando recursos y socializando las estrategias que han resultado buenas.

Nos toca vivir un período trascendente en la historia de la humanidad: las innovaciones tecnológicas están impactando en la familia, en el Sistema Educativo, en la vida misma, como no había sucedido desde Juan Gutenberg con la invención de la imprenta.

Estamos atravesando significativos cambios culturales. Hemos pasado de una cultura letrada -libro, papel y lápiz- a una cultura de la imagen que, a su vez, rápidamente le dejó lugar a la cibercultura.

El vértigo y la velocidad con que se instaló la cibercultura produjeron cambios significativos en las subjetividades de lo que hasta ahora habíamos conocido como cultura textual o cultura letrada, y esos cambios no han sido –hasta ahora– acompañados desde la escuela.

La competencia desigual que encara la escuela frente a los desarrollos tecnológicos pone a maestros y profesores en un estado de insatisfacción permanente que demanda la resignificación del rol docente. Una metamorfosis se cultiva en el aula, la vida diaria de los docentes se reformula a diario, a cada instante y con un simple clic (3).

Desde el Programa Conectar Igualdad se desarrollan capacitaciones para los docentes, comenzando con talleres de alfabetización digital inicial, para luego profundizar contenidos en los espacios de capacitación disciplinar.

Dos preocupaciones se plantearon desde el inicio del programa. La primera, hace a la inclusión digital y tiene que ver con reducir la brecha entre sectores sociales y entre generaciones en el acceso y el uso de las TIC. La segunda preocupación se relaciona con los desafíos pedagógicos que implica la introducción de las TIC en las escuelas, tanto como dijimos anteriormente en términos del espacio y del tiempo, como en la reorganización de los saberes y la autoridad en el aula.

Tradicionalmente, la escuela es una institución basada en el conocimiento disciplinar y en una configuración del saber y la autoridad más estructurada, menos exploratoria y sometida a criterios de evaluación comunes y estandarizados. Por otro lado, las TIC parecen funcionar sobre la base de la personalización, la seducción y el compromiso personal y emocional y lo hacen siempre con una dinámica y una velocidad que entran en colisión con los propósitos y los tiempos de la enseñanza y el aprendizaje en la escuela.

A su vez, creemos que la integración de TIC a la propuesta pedagógica debe considerarse parte de una política inclusiva, al entender a cada escuela como centro de ampliación de la oferta tecnológica y cultural, incorporando la tecnología y la información a la enseñanza en distintos campos disciplinares. Asimismo, facilita que los jóvenes de sectores menos favorecidos expresen, produzcan y pongan en circulación mensajes propios que fortalezcan la identidad local.

También se implementaron planes de mejora educativa, que tienen que ver con estrategias de enseñanza flexibles y adaptadas a las dificultades de los estudiantes de sectores menos favorecidos, priorizando las trayectorias de los estudiantes a través de espacios de tutorías disciplinares.

El Conectar Igualdad es una política convergente que hace foco en la utilización pedagógica del recurso tecnológico en las aulas, como herramienta para la renovación de las prácticas docentes y las dinámicas institucionales.

Somos concientes de que hay que romper con los miedos de los docentes respecto a perder el control de lo que sucede en las aulas y a sentirse desplazados de su lugar de sujeto supuesto saber. También sabemos que hay temor a que “los estudiantes se roben las máquinas”. Este “miedo” trasciende la dimensión pedagógica didáctica y se convierte en una batalla cultural, política e ideológica por librar.

Cuando los jóvenes descubren que son los grandes beneficiados, recién entonces muestran toda la energía y la capacidad creativa de la que son capaces.

Cuando se convoca a los jóvenes a la tarea de inventar, crear y hacer; cuando ellas y ellos se sienten que verdaderamente son protagonistas de una historia, ponen apasionadamente todos sus potenciales intelectivos y amorosos en realizar la tarea para la cual son convocados.


(1) Resolución del Consejo Federal de Educación 93/09.

(2) Linari, Victoria, Pedagogía del conectado, Miradas al Sur, 21 de agosto de 2011.

(3) Saravia, Mariano y Berta Ramírez, Mercedes, Alumnos más autónomos, recreos mansitos, Miradas al Sur, 28 de agosto de 2011.

* Responsable pedagógica del Promedu en Córdoba.

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