Alvin Toffler: El futuro llegó...


Por si acaso necesitamos que alguien nos explique aquella elocuente sentencia de Los Redonditos de Ricota: “El futuro llegó hace rato” (Todo un palo, en Un baión para el ojo idiota, 1988), para que nos termine de quedar bien clarito aquí está el más certero futurólogo, que escribió esto allá por... ¡1971!

Las sociedades de alta tecnología experimentan el cambio con una velocidad mucho mayor que la normal.
No existe un modo absoluto de medir el cambio, ya que se producen simultáneamente un número infinito de corrientes de cambio.
Todos estos son procesos, no hay un punto estático para poder medir el cambio. Por lo tanto, el cambio es necesariamente relativo.
También es desigual. Si todos los procesos se desarrollaran a la misma velocidad, o incluso si se acelerasen y frenasen el mismo tiempo, sería imposible observar el cambio. Pero el futuro invade el presente a distintas velocidades, y así se hace posible comparar la rapidez de los distintos procesos a medida que se desarrollan: el patrón para esta comparación es, entonces, el tiempo.
La tecnología es una de las fuerzas más importantes que promueven el impulso acelerador. Las nuevas ideas se ponen en práctica mucho más rápido que en tiempos pasados. El lapso entre la concepción original y su empleo práctico, se ha reducido de un modo radical. También se requiere menos tiempo para difundirla en la sociedad.
Asimismo, cada nueva máquina o técnica es una nueva fuente de ideas: se generan combinaciones con máquinas y técnicas preexistentes, formando nuevas “supermáquinas”. Pero lo realmente importante de los desarrollos tecnológicos pasa por la posibilidad de resolver problemas con un método diferente; sugieren nuevas soluciones a problemas sociales, filosóficos e incluso personales. Alteran todo el medio intelectual del hombre, su manera de pensar y de ver el mundo.
La tecnología es el motor, un acelerador, y el conocimiento es el “carburante”.
El almacenamiento de conocimientos del hombre ha aumentado a través de la historia, desde antes de la escritura, pasando por la imprenta hasta llegar a la computadora.
El conocimiento es poder, pero también es cambio, y la adquisición acelerada de conocimientos, que alimenta al gran motor de la tecnología, implica la aceleración del cambio.
Hay una reacción en cadena del cambio: descubrimiento - aplicación - impacto - descubrimiento... en definitiva es la aceleración del desarrollo social humano.
La aceleración del cambio es también una fuerza psicológica. La aceleración externa produce una aceleración interna, perturbando nuestro equilibrio interior.
También abrevia la duración de muchas situaciones. Altera radicalmente el equilibrio entre las situaciones nuevas y las conocidas. Así, los grados crecientes de cambio nos obligan a enfrentarnos con un número creciente y acelerado de situaciones a las que no puede aplicarse la experiencia personal anterior.
Para enfrentarse al cambio y evitar el “shock del futuro”, el individuo debe convertirse en un ser infinitamente más adaptable y sagaz que en cualquier tiempo anterior.

Alvin Toffler, El Shock del Futuro, Editorial Plaza y Yanes, colección El Arca de Papel, Barcelona, 1974.

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